Archive for marzo 2021

Peter Coecke van Aelst. Tapiz, ‘San Pablo quemando los libros paganos’. Bruselas, 1535

Si al Cristianismo, le fue relativamente sencillo adaptarse a las sociedades de los pueblos y religiones precristianas, no sería por su prédica o fácil expansión -que no lo fueron-, ni por supuesto por su capacidad de síntesis, como la que ejerció Juliano para tratar de armonizar los Cultos del Imperio antes de ser asesinado -seguramente por un cristiano-, a través de la corriente neoplatónica de Jámblico, sino por idear un proceso de aculturación de Europa con la fuerza y como nunca antes había sucedido, desde la permeabilidad de una religión inacabada, en la que cupiera todo aquello que no pudiese erradicar, desvirtuado de la mejor o peor forma a su favor y en su interés.

Por ejemplo, del Sheol y los Inframundos creó el Infierno, Tríada de la Unicidad, Iniciación de la unción y en definitiva Cristianismo del Judaísmo inequívoco de su Héroe, y así fue con todo. Capaces, de las más peregrinas mixturas con tal de mantener un hueco entre los pueblos. Hermandad que en vez de ir a más, de granjearse el respeto de sus convecinos, fue retrayéndose a favor de quienes sospechaban de un judaísmo que en esta ocasión no era identitario como el que les dio naturaleza, sino alborotador, que sumía y consumía a los hombres en disputas y conflictos constantes allí donde se estableciese. Y esto, fue así desde el principio, de cuya primera revuelta dio buena cuenta Claudio con lo que pudo ser la expulsión de los primeros cristianos de Roma.

Fue por ese motivo, por la desconfianza que generaban y el caos que perseguían, que no era el ansía de libertad lo que atrajo a sus seguidores, sino un flirteo con el poder que emplearon magistralmente. Y fue por el poder de la fuerza que alcanzaron, que se asentaron a lo ancho y largo de Europa en una invasión no solo de pueblos y terrenos, sino de las mentes de sus habitantes. Una invasión, que duró más de 1000 años y no llegó a vencer ni a convencer, como lo demuestra el renacimiento de los viejos cultos paganos, o mejor la revitalización de unos Cultos que no llegaron a desaparecer del todo.

Alejada, de aquél judaísmo original del que por intrínseco pero impracticable en occidente se desembarazó pronto, subsumió por última vez las creencias politeístas, las prácticas naturales y las liturgias mistéricas a la Toráh, como sus predecesores hicieron con los Cultos asiriobabilónicos, pero en una operación de mucha más envergadura, ambición y calado que se tradujo en un éxito casi absoluto… pero solo casi. De cualquier forma, en su estrategia está su declive, pues la persecución hizo causa, la profanación, memoria, y el eclecticismo, fuente para la reconstrucción de los  Cultos originales. Y decimos eclecticismo y no sincretismo, pues no dependió de la adaptación natural de unas creencias, sino de la erradicación, tergiversación y mezcla artificial, directa y premeditada de las mismas.

Condenaban los ritos circulares (circumambulatio) por sacrificar a los viejos Dioses, que llamaron “diablos”, pero ensalzaban la consagración de sus nuevos templos, construidos sobre las ruinas de los que ultrajaron antes, con aquellos mismos ritos circulares de los que abominaban.

Encendieron miles de piras con el saber de la Antigüedad, echando al fuego todo lo que oliese a conocimiento, pero unos pocos se ilustraban de aquellas obras para ofrecer una doctrina si quiera coherente, que ayudase a explicar el revoltijo de ideas, muchas de ellas antagónicas, en el que convirtieron su fe.

Destruyeron, cualquier símbolo, emblema y concepto politeísta que hallaban a su paso, pero no titubearon en adornarse ellos, sus templos y ceremonias de una falsa legitimidad ante los pueblos, con aquellas marcas y enseñas universales.

Maître du Roman de Fauvel. Miniatura del s. XIV, representando una escena de charivari

Y ha sido todo esto, la causa por la que hoy podemos practicar de nuevo nuestras creencias y honrar a nuestros Dioses abiertamente, y que sólo quede desembarazarnos de las rémoras que atraemos y que especulan en sintonía con lo que casi nos extermina, para devolver a nuestras religiones el lugar y el respeto que merecen. Estamos a un paso.

© Fernando González

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Alegoría del Árbol, en el constructo del Culto Wicca

Un Culto precristiano, tiene recursos históricos y en concreto folclóricos suficientes, como para no precisar de “solucionadores”, y en justicia no hay que olvidar que atendiendo al refrán, el monje tampoco hace al hábito. Esto es, que la mala praxis de cualquiera, no convierte al Culto que represente o diga hacerlo, reo de sus códigos y excentricidades.

Seguro, que a todos se nos viene a la cabeza algún que otro wiccano “estelar” o druida “kármico”, por no mencionar la moda del polilatreísmo, esto de estar al mismo tiempo en todas las religiones que se quieran, incluso como sacerdotes.

En la Wicca, por ejemplo, sobre todo décadas atrás era común encontrar improvisadores profesionales con escasos conocimientos religiosos, que sirviéndose de algunos principios muy básicos y mucha psicología, “arreglaban” cualquier situación ética y práctica incómoda o inesperada menoscabando la importancia del rigor en la doctrina y en los ritos, convenciendo a sus iguales y seguidores que lo importante eran los sentimientos, no las formas ni el fondo. Y lo hacían -y lo hacen-, los mismos que no tienen ningún escrúpulo en explicar, que el deseo por sí solo no provoca ningún cambio si no se sabe cómo canalizarlo. Pero la religión, no es una suerte de impulsos o tendencias, sino una forma probada y útil de comunicación, y es cuando en efecto el canal está abierto, que se produce la conexión adecuada.

Esto, no cabe duda que ha minado y frenado el desarrollo y crecimiento de los Cultos precristianos en esta época, en algunos casos más nutridos de espiritualistas que de religiosos propiamente dichos, cuando no de inconscientes y farsantes. Sin embargo, las viejas religiones cuentan con la ventaja de estar más por lo que son que por los que sean, sobreviviendo tanto a sus perseguidores como a según qué seguidores.

La Devoción a los Dioses y aquellos conocimientos y creencias que explican sus mitos (Teología), la Tradición de unas prácticas y costumbres comunes (Hierología) y la Transmisión y puesta en práctica de todo lo anterior (Mysteriología), es la única seña del Culto Tradicional, en tanto se respeten estos principios. No sirve, diseñarlo en los despachos o recurrir a la improvisación, para salir al paso de las circunstancias con las que se encuentre, pues no se parte de cero ni se escoge qué creer de otros cultos para crear uno nuevo, sino que se visibiliza uno preexistente.

En lo religioso al menos, la experiencia nos enseña que si no sabes qué hacer frente a cualquier imprevisto, no hagas nada hasta que lo sepas. En religión, no hay peor ejemplo que la espontaneidad, ni mejor evidencia de que quien la utiliza, no sabe lo que hace, no está donde debe o desmerece la posición que ocupa. Son tantos los ejemplos que tenemos a nuestro alcance, vistos todos los días en las redes sociales, que es innecesario abundar en ello. Sin embargo, la línea maestra de un Culto Tradicional sigue un patrón perfectamente reconocible.

El Culto Megalítico, es el precedente original de estas religiones

Si el Culto es wiccano, la Tradición tiene un Origen (Calcolítico), un Arraigo local (Europa) y una Cultura religiosa (Protoindoeuropea) específicos, que ha ido evolucionando en los diferentes pueblos que la nutren. El personalismo, el ingenio o la oportunidad, no suman a la Tradición si no es para reconstruirla. Las mezclas e interpolaciones modernas y las creaciones e idealizaciones contemporáneas, no son tradicionales y menos wiccanas, son neowiccanismos cuando no pseudowiccanismos, porque la Wicca no es un invento, y parece mentira tener que repetirlo una y otra vez, sino un Culto vivo con una herencia de miles de años de historia religiosa que no puede disfrazarse con parches, ocurrencias o modernismos, aunque se peque de ignorancia. Si no se sabe, se aprende, y cuando se sepa se estará en disposición de hacer, no antes. Ha de adaptarse a nuestro tiempo, qué duda cabe, pero con los préstamos históricos naturales y en las formas que la distinguen, no manipulando un fondo cultual que debe permanecer intacto, preservando los valores nativos que la diferencian del resto de las religiones.

Tabla 1

Los pilares del Culto

RAÍZ TRONCO COPA 
DevociónTradiciónTransmisión
TeologíaHierologíaMisteriología
CreenciasDoctrinaPrácticas

Así como los cimientos del Culto se sustenta sobre tres pilares, las tres patas del caldero, cada uno de ellos se desarrolla a partir del estudio y conocimiento de las materias que versan sobre estos conceptos. Extrapolado a la Naturaleza, podemos encontrar una alegoría perfecta en el árbol, guía y maestro del Camino Iniciático de las religiones precristianas europeas.

En otros trabajos, se analizarán y ampliarán estos conceptos, que por inconvenientes de espacio y lugar, se relegan a medios más adecuados.

©️ Fernando González

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