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Todo, tiene su por qué, y desde los primeros cultos neolíticos hasta la religión Celtibérica, existe una trayectoria y evolución concreta donde la Wicca tuvo y tiene un papel fundamental.

El desarrollo de los Cultos indoeuropeos [Wicca] en concreto en la fachada Atlántica durante Edad de los Metales [Celtas], a partir de su evolución geográfica en este este caso en la Península Ibérica [Celtíberos], facilitó el desarrollo de las religiones identitarias, hasta que tuvo que hacer frente a un Cristianismo que buscaba su extinción [Paganismo] y que una vez con el poder las persiguió por toda Europa bajo un nombre tergiversado y convencional [Brujería]. Esto, no hace a los términos distintos entre sí, sino distanciados en el tiempo, concretamente sucesivos y lineales en el tiempo.

Un origen, que además de destacarse por su Animismo y Politeísmo, por dar Culto a los Antepasados, oficiar Liturgias Cardinambulatorias [cardinalidad y circumambulación] en Santuarios naturales [Agrestes], ya Monumentales [Megalíticos] o en espacios urbanos y periurbanos [Templos], o seguir un Calendario litúrgico Lunisolar [Rueda del Año], también se caracteriza por otros conceptos no menos troncales, como el Culto a los Muertos, la Inmortalidad del Alma, la Reencarnación, las Tríadas o la distinción de al menos 2-3 Dioses principales -que no únicos- en su esquema Teológico, que suelen verse indistintamente tanto en la idología céltica como en la ibérica.

Se resume en un animismo mágico de la naturaleza con una divinidad femenina de la fecundidad y una divinidad masculina relacionada con lo solar. Este sistema religioso naturalista acaba por personalizar las fuerzas y los poderes cósmicos y sobre él operan las influencias culturales.” (Marco, F., 1984)

Así, tenemos un Dios de la Fertilidad con doble funcionalidad [vida y muerte] y por lo común astado, y una Diosa de la Fecundidad con triple funcionalidad [juventud, madurez y ancianidad) y si bien ambos pueden representarse de forma triple, ocurrirá especial y mayoritariamente con la Diosa Madre, que llega a tener incluso tres advocaciones, mientras que Cernunnos, como en el caso de Lugu, se representa en ocasiones con tres caras o cabezas. Además, se puede completar este conjunto con una tercera Divinidad, el Hijo de ambos que recoge sus características hasta conformar una tercera y diferente, más allá de las dualidades que puedan representar los anteriores. De esta Tríada, tenemos el ejemplo perfecto en nuestros vecinos, cuando no paisanos galos, con la imagen de una Tríada Divina en el Santuario Galorromano de Les Bolards, en Nuits-Saint-Georges [Francia], donde se observan tres figuras sedentes: una Diosa Madre, un Hermafrodita (¿Hijo/a?) y un Cernunnos Trifronte. Se destacan, diferentes objetos sobre Ellos y a sus pies. Bajo los mismos, una planta o árbol (¿Árbol de la Vida?) en el centro, y a los lados de éste, animales totémicos como el toro, el ciervo o el jabalí (Planson, E., 2016).

Tríada celta

Es indudable, que si no todas al menos la mayoría de estas creencias y prácticas las vamos a ver, como sin duda las vieron entonces, en la Wicca. No hace falta repetirnos mucho, porque seguro que se nos vendrán a la cabeza un Dios cornudo y una Diosa triple como Dioses principales, la cardinambulación ritual o el Calendario Lunisolar, que desde luego no son “creaciones” cabalísticas ni del Ocultismo decimonónico, sino rasgos cultuales propios del mundo protoindoeuropeo, de donde surgirá la Wicca primero y después y a raíz de ésta la religión celtibérica.

Y es en este punto, donde puede comprenderse mejor por qué estas palabras están unidas por el tiempo, el lugar y la fe. Porque, incluso con la distancia que dan las reconstrucciones y visibilización moderna de nuestros Cultos, los celtíberos no nos sentimos ajenos, sino todo lo contrario, a una Wicca que ilustra nuestro origen y ayuda a entender nuestra ascendencia celtibérica, que además enuncia una práctica, la sacerdotal, propia de nuestra religión, y que no desdice, en resumidas cuentas, este Culto, sino que lo explica mejor. Realmente, lo esclarece: el Colegio Sacerdotal que recoge y hereda las creencias y prácticas de los pueblos europeos, producto de la simbiosis entre el Culto Megalítico del Neolítico y los Cultos indoeuropeos del Calcolítico: wiccanos, ‘especialistas de lo sagrado’, sacerdotes de la religión celta en la Península Ibérica [celtibérica].

Y en fin, no desechamos ni mucho menos la “etiqueta” de brujos, porque en realidad significa ‘la práctica de la Wicca’ [sic.], un término que utilizó el cristianismo para referirse en lenguas nativas a quienes persistían en Europa con las prácticas y creencias paganas (Thorpe, B., 1844), que los cristianos distorsionaron [demonizaron] hasta lo que se entiende de manera vulgar hoy por brujo.

Así, cuando muchos se preguntan, y no sin razón, cómo es posible, llamarse brujo, celtíbero y wiccano, si en “teoría” son religiones y sistemas diferentes, puede explicarse que esta singularidad nuestra, es la consecuencia de incorporar al título que nos distingue [wiccanos], la trazabilidad religiosa que nos hace genuinos [celtíberos] y que fuimos conocidos por un término que llegó hasta la Edad Contemporánea [brujos]. Una afirmación, que no se aleja ni un ápice de la realidad nativa, histórica y religiosa de nuestros pueblos.

© Fernando González

REFERENCIA

Marco, F. (1984). Consideraciones sobre la religiosidad ibérica en el ámbito turolense. Kálathos, 3-4, pp. 71-93.

Planson, E. (2016). La triade des Bolards (Nuit St Georges). Archeologie gallo-romaine Bourgogne https://archeogalloromaine.blog4ever.com/la-triade-des-bolards-nuit-st-georges

Thorpe, B. (1844). The Homilies of the Anglo-Saxon Church. Vol. I. The Ælfric Society.

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