Lope de Barrientos. Inquisidor y Obispo de Cuenca, Catedrático de la Universidad de Salamanca y Canciller Mayor de Castilla. Tractado de las Adivinanças, pág. 151.
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LA ESCUELA DE BRUJERÍA DE SALAMANCA
Posted in Educación, Historia, Relgión, Uncategorized, Wicca Celtíbera, tagged brujería, Brujería Tradicional Ibérica, celtas, Conrar Gessner, Escuela de Brujería de Salamanca, historia, Isabel la Católica, Marqués de villena, paganismo, religión on agosto 20, 2013| 7 Comments »
No cabe duda que el pensamiento occidental moderno y en concreto lo que se ha venido a denominar como el Siglo de Oro Español, tienen en la Universidad de Salamanca, una de las más antiguas de Europa (1218 e.a.), y en la influencia menos conocida pero también determinante Escuela de Salamanca[1] una deuda intelectual bien merecida.
Lo que parece ser que no ha llegado a conocerse tan bien o no con la misma prodigalidad cuanto menos en los foros paganos modernos, en los que debería ser materia obligada para la historia de la Wicca teniendo en cuenta su contexto, su repercusión y su fama, es la existencia de una de las escuelas de Brujería más antigua e importante de Europa, la Escuela de Brujería de Salamanca.
Demasiado imbuidos en el desarrollo y la evolución actual, contemporánea, de otras Tradiciones brujeriles extramuros que hoy queremos concebir como imprescindibles para darnos un sentido que ya de por sí nos sobraba, por el que identificar las raíces históricas de la Brujería, parece que hemos suplido o desechado lo que debería entenderse como nuestro origen, el que es, por el de aquellos.
Y como la historia moderna es la de hoy, claro, y no puede explicar lo que vino antes, pues vamos y borramos nuestro pasado, damos carpetazo y nos hacemos «nacer» a partir del particular desarrollo de los demás. Como último recurso ya hay quienes promueven ser diferentes al resto, algo «nuevo» y exclusivo, desligado de nuestro pasado y por lo mismo ajeno a la Brujería. Algo tan «acertado» como concebir el cristianismo sin el judaísmo o para afinar mejor, aceptar el catolicismo como una nueva propuesta emanada del Tridentino.
Acomplejados y supeditados al bilingüismo para ser alguien, hemos dejado a un lado una importante realidad cultual, cabría decir que vital, que nos antecede y lo que es más importante, que nos define y explica mucho antes y mucho mejor que los parches impostados, que nos pone en el mapa de un descolorido Risk desgastado por los egos y luchas de terceros, que aún evolucionando relativamente en paralelo se han introducido en nuestras propias genealogías como si los nietos de otros debieran preceder a los abuelos de nuestro árbol histórico.
Si bien en la actualidad resulta virtualmente imposible -para algunos más que para otros- concebir el sistema de covens y una transmisión intervivos de la Vieja Religión desde el medievo al s. XX e.a., cuando acaba por salir a la luz pública como el Culto de la Brujería Tradicional gracias a la inestimable apuesta de Gerald Gardner, que en una parte de su desarrollo acabaríamos muchos aceptando con el sinónimo convencional -cultismo- de Wicca para identificarlo/nos, existen datos objetivos suficientes para afirmar que dicha transmisión, al menos desde una intelectualidad pagana si bien intermitente rastreable en diferentes momentos de la historia de la Península Ibérica, efectivamente se ha ido produciendo hasta nuestros días.
Si alguien nos dijera hoy que en la España del s. XVI e.a. la Brujería ya -o aún- practicaba o cuanto menos era entendida como el resultado de conservar, mantener, respetar y transmitir el legado mágico y religioso de los Cultos precristianos europeos, que el reconstruccionismo, evolución y adaptación de el Arte no es un «invento» del s. XX, que esta transmisión era organizada, selectiva, hermética, mistérica e iniciática y que aún sin estar en el New Forest, ni influenciados por Crowley, la Golden Dawn o los Rosacruces -habría que preguntarse realmente quien influyó a quienes-, antes de todo esto ya existía una Wicca medieval y renacentista en el corazón de la Península Ibérica con raíces célticas -al menos sus pilares fundamentales-, que sin desdeñar su propia evolución y la revolución científica trabajaba desde los patrones antiguos de devoción politeísta, Culto a los muertos, transmisión iniciática, etc., seguramente a muchos les produciría una sonora carcajada…
Eppur si muove. O al menos esto podemos entender de lo que escribió sobre el particular el nada sospechoso de interés alguno y por otra parte de reconocida solvencia académica, el suizo Conrad Gessner[2] a su amigo Juan Kraffto el 16 de agosto de 1561 e.a., cuando decía…
«Oporinus de Basilea fue en otro tiempo discípulo y familiar de Teofrasto Paracelso. Revela cosas maravillosas sobre el comercio de su maestro con el Demonio. Practica la astrología judicial, la geomancia, la nigromancia y las artes prohibidas de igual especie. A decir verdad, sospecho que sea un resto de los druidas que, cuando los antiguos celtas, recibían durante algunos años las lecciones de los demonios en los lugares subterráneos, lo que persiste en nuestro tiempo y se hace todavía a menudo en Salamanca, en España. De aquella escuela salieron los vulgarmente llamados estudiantes viajeros«[3].
Una declaración tan extraordinaria como ésta, con todo lo que implica y nos permite entrever, resulta increíble pensar que se nos haya podido pasar desapercibida o no haber tenido la ineludible presencia erudita en nuestras referencias y trabajos. No me cabe la menor duda que si en vez de Salamanca hablásemos, no se, de Oxford, la reseña vendría rubricada en oro en toda obra que se precie sobre Brujería/Wicca, con múltiples tesis y estudios a sus espaldas.
Si bien el dato de por sí es muy atrayente, antes de contar algo más de esta Escuela de Brujería, quisiera sacar algunas conclusiones que se me vienen a la mente.
1º.- Da por sentado y de notorio conocimiento la existencia de una escuela iniciática de Brujería con raíces célticas en la España del s. XVI.
2º.- Corrobora así otros datos que confirman la existencia de Cultos paganos aún vivos inmediatamente anteriores a esta escuela, que muy bien hayan podido preludiar el nacimiento de estos centros una vez que se iba cerrando el cerco inquisitorial[4]. Esto es algo que podemos constatar en la pluma del jesuíta Juan de Villafañe: “Al parecer los jesuitas de Santander todavía evangelizaban en los montes del Pas en Cantabria en el s. XVI donde vivían primitivos paganos adoradores del roble, según una labor misional recogida en la obra del jesuita P. Juan de Villafañe como recoge Crespo Ortiz de Zárate (1997). p. 26.”[5].
3º.- Vincula, puede explicar mejor y cuanto menos relaciona una vez más y de manera contundente la Brujería con los Cultos precristianos y el paganismo.
4º.- Confirma la realidad del surgimiento de unas escuelas iniciáticas de Brujería por toda Europa de las que se tiene constancia inmediatamente después de dar por casi extinto el paganismo, de entre las que cabe destacar la también afamada Escuela de Brujería de Toledo (España) [6].
5º.- Señala que estas escuelas forman fieles que por alguna causa una vez iniciados en parte se dispersan y no sería absurdo suponer que asimismo transmitieran después a terceros sus conocimientos mediante la creación de nuevas escuelas -casi me pide el cuerpo traducir escuela por coven-.
La historia de la Escuela de Brujería de Salamanca ni acaba aquí ni se esconde tras el imaginario popular, sino que es muy real, tan real como que no se oculta en un lugar abstracto puesto que existió -existe- físicamente, incluso puede visitarse en la actualidad.
Sobre su leyenda, que es muy prolija, existe sobrada documentación tanto en lo que concierne a su historia[7] como a la vida de algunos de sus estudiantes, de los cuales el Marqués de Villena parece despuntar de entre todos ellos[8]. Cabe destacar que debido a las presiones del clero y las peticiones de los ciudadanos de Salamanca, sería la Reina Isabel la Católica quien mandase tapiar su entrada para evitar el coladero de adeptos y la puerta diabólica de salida a innumerables «males» que según parece aterrorizaban a los vecinos, si bien se dice también que lo hizo para evitar atraer a multitud de «curiosos» que quizá no temerían tanto perder sus almas como aprender de los viejos Cultos.
Curioso (?) es también que sobre dicha cueva fuese después construída la Ermita de San Cebrián (San Cipriano), conocido mago y patrón de la magia en las leyendas cristianas.
Continuaría después contando la historia que el mismísimo Diablo, ya en apariencia de tal, de sacerdote o de cabeza parlante, elegía a 7 estudiantes que debían aprender en tan siniestra fosa durante 7 años a cambio del alma de uno de ellos, que acabaría al servicio del Diablo. Se dice también que teniendo la mala fortuna de tocarle en suerte tan terrible sino a D. Enrique de Aragón (1384-1434), más conocido como el Marqués de Villena, éste acabaría engañando al Diablo y lograría huir de la misma.
Cabe apuntar que ya Delrio o Torreblanca escribieron que en realidad ese Diablo fue una persona, un maestro brujo que enseñaba su Arte a los estudiantes escogidos. Puede accderse a un vídeo que nos ofrece una estupenda sinopsis de la historia de la Escuela de Brujería de Salamanca.
Sea como fuere, tenemos un referente más sobre la existencia, pervivencia, transmisión o rescate de una Tradición brujeril propia que entronca con el paganismo y que influiría sino daría pie a la Brujería Moderna.
Cerrados incomprensiblemente en banda –refuse to budge para que se me entienda- frente a cualquier antecedente que revitalice nuestro abolengo y reconozca por derecho como cierta la nomenclatura de Vieja Religión, que tanto nos cuesta hoy defender y que nos quieren imponer como poética, legendaria pero jamás histórica, buena parte de nosotros trabajamos frenéticamente no solo en ignorar todo pasado que no sea reciente, sino además en echar tierra sobre aquello que lo demuestre.
Puede comprenderse que partiendo desde lo que entiendo como una posición subjetiva y equivocada -pero tan respetable como la mía- que esté buscando constreñir la Wicca a un momento, personas y lugar determinados, y nada más y por encima de lo que aquellas concibieron, todas estas referencias resulten engorrosas. Pero lo que me es imposible aceptar, lo que no puedo asumir, es que hagamos ver que no existen, minimicemos su importancia o incluso las ocultemos.
Que la existencia y transmisión de la Brujería Tradicional Ibérica es un hecho que trasciende fronteras y épocas es ya algo constatado por diferentes fuentes, documentos y cauces históricos, como lo es que más allá del modelo de transmisión, probablemente inconstante a partir de entonces pero no por ello menos significativo o valioso, la Tradición llegó a nuestros días.
Quizá con aportes de este calado, que achican los tiempos o mejor dicho los conecta, sea más sencillo para nosotros entender nuestra propia historia y tener en cuenta que más allá del mito, el sustrato de realidad está más vivo de lo que nos han enseñado a creer.
En lo personal, entiendo que para algunos la cita que analizamos hoy no tenga valor alguno, para otros relativo y para unos pocos, entre los que me posiciono, lo tenga de manera acentuada, pero en cualquier caso debería suponer para todos nosotros, desde una óptica lectiva, una referencia digna de tener siempre presente.
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1.- Corriente de pensamiento y teología renacentista liderada por profesores universitarios españoles y portugueses.
2.- Johann Conrad Gessner (1516-1565). Médico, bibliógrafo, botánico, zoólogo y naturalista suizo. Padre de la zoología moderna.
3.- Francois Ribadeau Dumas. Historia de la Magia. Ed. 1975, pág 271. J. C. Gessner, Epistolarum Medicinalium. Lib. I, Tiguri, 1577. También se hace alusión a esta cita en El mito Fáustico en el drama de Calderón de Sigmund Méndez, pág. 227, nota 41. Edition Reichemberger.
4.- No es descabellado entender una evolución en la lucha por la supervivencia de nuestras creencias, que a mayor presión penal buscará aislarse aún más y cerrarse socialmente. Que estas manifestaciones aún vivas ya de Cultos pre-cristianos como del paganismo eran un hecho reconocido por la Iglesia Católica y que corrobora la historia, lo demuestran citas como la de Enrique A. Llobregat Conesa: “El concepto de Spanía o de su traducción latina tiene poco que ver con el nombre que al final ha tomado este país en que habitamos, y ha de verse desde la óptica del reparto de tierras que hicieron los romanos una vez que la península ibérica fue domeñada -salvo la zona más norteña que hoy es el País Vasco y aledaños- que no se romanizó y que era aún pagana en gran parte hasta el siglo XVI” (E. Llobregat Conesa. La Cristianización. La Época visigoda. Museo Arqueológico Provincial de Alicante. Pág. 316).
5.- Rosa Sanz Serrano. Paganos, adivinos y magos, Gerión VII, 2003. pag. 36. Resulta cuanto menos llamativo descubrir que justo cuando los últimos reductos del paganismo se van eliminando, aparecen por arte de magia -verbigracia- las escuelas iniciáticas, el Tarot, corros (covens) de brujas, etc. ¿Existirá alguna relación?
6.- No confundir con la Escuela de Traductores de Toledo, cuya labor intelectual posibilitó, entre otros logros inestimables, la reintroducción del pensamiento helénico en Europa.
7.- Una sinopsis de la misma la encontramos en historiasdehelmantike.
8.- EL Marqués de Villena y la cueva de Salamanca. Entre la literatura, historia y leyenda. Mónica MARCOS CELESTINO.
©Fernando González-Wicca Celtíbera
Frases con imagen
Posted in ACTUALIDAD, Educación, Historia, Relgión, tagged amglosajones, cristianismo, germanos, Mª José de la Torre Moreno, mujer, paganismo, Universidad de Granada on agosto 11, 2013| 1 Comment »
María José de la Torre Moreno. Dra. de Filología Inglesa y Alemana. Profesora Titular de Filología Inglesa y Alemana de la Facultad de Filosofía y letras de la Universidad de Granada. Deptos. de Filologías Inglesa y Alemana. Universidad de Granada: “THROUGH THE MISTS OF ANCIENT TIME”: UNA APROXIMACIÓN A LAS MUJERES ANGLOSAJONAS DESDE EL PAGANISMO GERMÁNICO AL CRISTIANISMO TEMPRANO.
CETRO O GAJO, TODO ES VARITA
Posted in ACTUALIDAD, Educación, Relgión, Uncategorized, tagged brujería, cábala, hechicería, magia, magia ceremonial, paganismo on agosto 8, 2013| 3 Comments »
Desde mucho tiempo atrás, si bien con especial virulencia a partir del siglo XVI de e.a. en adelante, viene aplicándose una peculiar forma de entender o dividir el Arte entre lo bajo y lo alto, en brujos o magos, por lanas o sedas de toscos o elaborados elementos que nos permita clasificar el conocimiento y la práctica de lo Oculto, de tal forma que pueda simplificarse entre lo que está por encima y es más elevado, cultivado y poderoso y lo que está por debajo y se considera mediocre, supersticioso e insignificante.
Quizá esta costumbre pueda tener su antecedente en la literatura comparativa greco-romana, eminentemente política y socio-cultural, sobre las excelencias de sus sistemas -el religioso incluido- frente al «salvajismo» incivilizado de los «otros» (bárbaros). No tenemos más que recurrir a escritores como Estrabón para corroborar este hecho, pues compara, exagera e interpola lo necesario con el objeto de ponderar y justificar en su beneficio la colonización romana.
Bien cierto es que en buena medida la necesidad de criticar hasta el absurdo el comportamiento ajeno, es más bien una -mala- condición intrínseca del ser humano que nos persigue a todos por igual.
Y si a esto le añadimos la censura y desaparición de buena parte de los testimonios documentales propios de unos pueblos, los occidentales, no tan alejados como se piensa de las grandes civilizaciones mediterráneas en cuanto a filosofía, «magia» y teología, a manos de un cristianismo tan voraz como omnívoro, nuestro papanatismo endémico y por lo común la falta de rigor y profundidad en nuestras críticas y observaciones al respecto, tendremos todos los ingredientes necesarios para habernos creado -y digo bien- una imagen diferencial entre «magia» y brujería.
Sobre todo a partir del nacimiento del Esoterismo Moderno y muy especialmente gracias a la fusión entre Hermetismo y orientalismo -asiático- en el s. XIX de e.a., se remarcaron estas diferencias entre toda filosofía y «magia» que llegase de Oriente, por ejemplo con el nacimiento de la Teosofía, en contraposición y por necesidad frente al incipiente materialismo académico y a una falta de respuesta espiritual convincente dentro del cristianismo, único referente bien conocido.
Dentro del aprehendido sistema maniqueo al uso, siempre ha de haber contrarios que se enfrentan y disocian y por lo tanto si hay una «magia» debe tener una parte estrictamente luminosa (Teurgia) y otra estrictamente oscura (Goetia). Si existen magos hay brujos y por lo tanto con la magia ha de haber, claro, una brujería.
Así, nos hemos convencido que tenemos un esoterismo culto (Alta Magia o Magia Ceremonial) y un esoterismo marginal, dependiente (la Brujería), en tanto que el primero ordena y el segundo pide, el uno domina su entorno y el otro depende de éste, en la magia se evoca y en la brujería se invoca…
Hoy en día la arqueología, la etnología y la mitología comparada o la historia de las religiones, están empezando a modificar esta tendencia para devolver los términos a su lugar apropiado, rescatando del olvido y la ignorancia buena parte de las filosofías y ritualística subyacentes en los sistemas mágico-religiosos autóctonos, que cuestionan cuando no invalidan tal disociación.
Ni el mago es diferente al brujo, sino que por el contrario hacen y significan la misma cosa, ni existe una Alta «magia» en contraposición a una Baja «magia», ni puede sostenerse de forma coherente que haya una magia ceremonial que «trabaje» con lo Divino y estelar y otra «natural» -por no decirla asilvestrada- que se ocupe de lo terrenal y lo daemoniaco.
Que el cristianismo denigrase el Culto, ceremonial y sacerdocio de las religiones paganas y con ello a la Brujería como exponente de éstas y que el Renacimiento, fascinado por las filosofías orientales, los viejos Imperios y la época clásica y carente de fuentes y criterios suficientes para valorar los conocimientos mágicos y religiosos de los Cultos occidentales, adoptase como referente y paradigma lo que han dado a conocer como Magia Ceremonial -hermética y cabalística-, no puede hacer de menos el sistema ceremonial y los rituales de la Vieja Religión, que pueden ser tan complejos y he aquí la solución al dilema, como sea necesario.
No es lo mismo rescatar y actualizar unas ceremonias desde una relativa libertad, que mantenerla en secreto sin que llame la atención. No es lo mismo disponer de una capacidad holgada y una elevada posición social en una ciudad, que malvivir a duras penas en zonas inhóspitas, aislados y sin recursos. Como no es lo mismo, en definitiva, usar nuestra creatividad para trabajar sin apenas límites, que usarla para mantener a duras penas lo más básico.
Que condicionados por el monoteísmo abrahámico y cabalístico se construyera el mito del mago astrólogo -siempre- hombre de ciencia y conocimientos superiores, por encima de la bruja sanadora y hechicera, casi siempre mujer, casi siempre y por lo tanto desconocedora más allá de cuatro pócimas, diez ungüentos y unos pocos balbuceos astrales de los secretos del universo, ha de tener la misma consistencia que comprender a las vestales como envenenadoras y alcahuetas frente al sacerdocio sumerio.
Creer al brujo ajeno al ceremonial o la complejidad del mismo, porque normalmente no se recargue de filigranas en sus ritos y que el mago necesite semanas de complejas fórmulas matemáticas, galimatías interlingüisticos y trajes y herramientas de «diseño» para tener éxito en sus ceremonias es, siendo prudentes, un exceso de imaginación en ambos sentidos, por defecto y por exceso.
Entre lo más extravagante y lo más sencillo, no hay tanta diferencia, porque no es la complejidad del pensamiento y habilidades humanas lo que entra en juego en cuanto a una ceremonia, sino las prioridades y sobre todo el objetivo, que es lo que finalmente definirá la técnica y las herramientas necesarias en un momento determinado.
Si no tienes cobre a mano ni necesidad de incorporarlo a tu varita ¿para qué lo quieres? Es más, si careces de un taller o ebanista ¿para qué fabricar una varita recargada? y si además ha de pasar desapercibida, por la cuenta que te trae evitarás que llame la atención.
Y si no es necesario, ni útil ni inteligente hacerlo, que tomes tal cual el gajo de un árbol será tan efectivo como que lo hagas pasar por un proceso de ebanistería y enjoyado. Teniendo la misma función y sirviendo igual, es más, siendo la mano de quien la dirija lo que determine la correcta canalización de la que se sirve la varita ¿estamos en condiciones de afirmar que el cetro es mejor que el gajo? ¿dicen las formas más que los efectos? En todo caso estaremos hablando de gustos, no de conocimientos.
No nos engañemos ni caigamos en la pedantería de por creernos «grandes» magos desdeñar o creer inferior el conocimiento del brujo. Y como brujos, no nos creamos también que reducirlo todo a su mínima expresión sea sinónimo de efectividad e innecesario ceremoniales elaborados como los que realizan los que se digan magos.
La etimología, demasiado objetiva como para atenerse a opiniones, intereses y prejuicios, nos dice que ambos términos (brujo y mago) son sinónimos, diferentes palabras de diferentes lenguas para expresar una misma idea, la del sacerdote y los ritos que desarrolla. Lo demás, a tenor de su significado no me deja entenderlo de otra manera… ego, desconocimiento o complejo, combínense estas palabras como mejor proceda.